Las picaduras de alacrán son un importante problema de salud pública en muchos países tropicales, especialmente en África, en el sur de la India, en Oriente Medio, México y Sudamérica. El número anual estimado de picaduras de escorpión es de 1,2 millones, provocando alrededor de 3250 muertes. Por cada una persona que muere a causa de una serpiente venenosa, 10 mueren por un escorpión venenoso. En México, 1000 muertes por picaduras de alacrán se producen cada año.
Por otra parte, los escorpiones pueden encontrarse fuera de su rango normal de distribución, esto ocurre cuando son arrastrados en equipajes, cajas, contenedores o los zapatos, siendo transportados por las personas hacia sus casos sin darse cuenta. Un escorpión tiene el cuerpo aplanado y alargado, por tanto se puede esconder fácilmente en las grietas, dispone de 4 pares de patas, un par de garras y una cola segmentada con un aguijón venenoso en el extremo. Su tamaño varía de 1 a 20 cm de longitud.
De las más de 1000 especies de escorpiones que existen, solo 50 son peligrosas para los seres humanos. Las picaduras pueden causar una amplia gama de síntomas, desde reacciones cutáneas locales graves, hasta enfermedades neurológicas, respiratorias y colapso cardiovascular. El envenenamiento causado por la mayoría de los escorpiones resulta en una reacción dolorosa local que se puede tratar con analgésicos y antihistamínicos. Casi todos los escorpiones letales, excepto las especies Hemiscorpius, pertenecen a la familia de escorpión llamada Buthidae. La familia Buthidae se caracteriza por un esternón de forma triangular, diferente al esternón pentagonal encontrado en las otras 5 familias de alacrán. Además del esternón triangular, los escorpiones más peligrosos tienen aspecto débil, cuerpos delgados y colas gruesas, mientras que los escorpiones no letales tienen tenazas fuertes, cuerpos anchos y colas delgadas.